11.9.12

[Sobre una reciente lectura de García Márquez]

Hace mucho que no leía a García Márquez. En la minibilioteca de mi padre, en la que me enseñé a leer a mis tiernos 8 o 9 años, estaba entre los no más de 15 libros un ejemplar de "Cien años de soledad" publicado por editorial Diana y que por ahí debe estar enterrado bajo pilas de libros de mi ahora biblioteca; lo leí en aquella época y no recuerdo que me haya producido mayor efusión. 

Después, pasaron los años y leí sus memorias "Vivir para contarla" más por mi afición a los libros biográficos que por considerarme fan de él. En mi primer viaje a La Habana, allá por julio de 2003, compré en una librería de la Plaza de Armas un ejemplar de los "Doce cuentos peregrinos"; me gustó sobre todo ese donde los niños se quedan encerrados en su departamento y se les inunda de luz. Y finalmente leí "El coronel no tiene quien le escriba" algún día que no tenía nada que leer y eso fue lo primero que me encontré.

Ahora he comprado "El general en su laberinto" por equivocación, pues debí haber comprado "El otoño del patriarca"
. La empecé a leer la otra noche y no me pareció tan extraordinaria, más bien me pasó como con un libro de cierto poeta que publicó su primera novela y todo mundo sobrevaloró y que yo encontré bastante deficiente y hasta mal escrita. Allí la prosa de García Márquez es más bien plana, no hay nada extraordinario, está bien redactada pero no hay nada novedoso... ¿Será porque la publicó ya habiendo recibido el Nobel? No sé ni me interesa.

Lo que sí puedo decir es que sentí el bajón de haber pasado de la prosa delirante, juguetona, radiante, sarcástica de mi amado Fernando Vallejo a esa redacción como de artículo periodístico, ¡ay, qué ganas de volver a las páginas de "El cuervo blanco", la biografía que acaba de publicar sobre Rufino José Cuervo! Pero este maldito trabajo en que me he metido no me deja sumergirme en él. Ya habrá tiempo... o al menos eso espero. Mientras tanto, ¡demando el Nobel para Vallejo YA!